sábado, marzo 08, 2008

CHILE: EL PRINCIPAL FEMICIDA ES EL CAPITALISMO

“Mujer, espiga abierta entre pañales
cadena de eslabones ancestrales
ovario fuerte, di lo que vales
la vida empieza donde todos somos iguales.
Mañana es tarde, el tiempo apremia.”

Gloria Martín.

En una fecha todavía en disputa, entre la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX, 129 obreras textiles norteamericanas murieron calcinadas, en medio de una dura lucha por igualdad salarial y 10 horas de trabajo. Eran costureras que trabajaban en la oscuridad de los talleres, sin horario y sin derechos. Esa tragedia originó el Día Internacional de la Mujer.

A alrededor de un siglo de estos hechos, las trabajadores del salmón, las temporeras, las textiles, las asesoras del hogar, las subcontratadas, las vendedoras, las trabajadoras sexuales, las oficinistas, las mujeres continúan obteniendo mucho menos salario por el mismo trabajo y padeciendo horarios esclavistas. La única igualdad que existe en Chile es la proveniente de la represión contra las mujeres que luchan por mejorar sus condiciones de existencia. La criminalización y violencia de los poderosos no discrimina por sexo; siempre por clase.

LA FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA

En Chile, además de las incontables mujeres que laboran sin remuneración en tareas domésticas, las trabajadoras –casi siempre subcontratadas- son ya un 43 % de la fuerza laboral chilena que genera beneficios para el empresariado. Como era de esperar en una sociedad marcada a fuego por la desigualdad, la discriminación y el machismo promovido por los de arriba –hombres y mujeres y blanc@s y ric@s-, las mujeres trabajadoras obtienen alrededor un tercio menos de remuneraciones que los hombres; muchísimas mantienen solas el hogar; carecen de derechos reproductivos y una ley de aborto acorde con la libertad esencial de las personas; son víctimas del acoso sexual en sus trabajos, en la calle y en la casa; son utilizadas para adornar los productos comerciales; y su inteligencia es observada con sospecha y desdén.

Junto con los jóvenes y los ancianos, las mujeres llenan los cupos de los empleos peor remunerados, los más precarizados. El capital –masculino y patronal- las ocupa como objeto de producción mal calificado; y la cultura dominante, las tiene por seres incompletos. No vale siquiera mencionar el horror del femicidio en plena era de los computadores portátiles y los viajes espaciales.

Uno de nuestros principales atropellos sociales lo vivimos a la hora de cometer el pecado de embarazarnos. La maternidad es una amenaza para las ganancias del patrón. Ser madre trabajadora multiplica las posibilidades del despido, precisamente en el período en que un ingreso salarial es más urgente.


EL CAPITAL MATA

Pero el tiempo y la lucha mundial por la emancipación de la mujer –castigada de mil formas en la historia de la humanidad por las relaciones de poder imperantes, y cuyo rostro hoy es el capital- ya viene por sus fueros. La conciencia aumenta y nuestras voces reunidas resuenan con justicia en todos los rincones del mundo. La formación de nuestros hijos en este ámbito es de superior responsabilidad nuestra. De nosotras depende el futuro y el lugar que en ese futuro ocuparán las trabajadoras. Ni por decretos, ni por pura tolerancia patronal llegaremos a protagonizar la historia que se apresura en llegar. Será producto de nuestra lucha por dignificar nuestra condición. Somos la mitad de la humanidad, y en nuestras manos está compartir todos los ámbitos del desarrollo humano ahora y mañana. Como mujeres, como trabajadores, como materia sustantiva de un horizonte socialista.

A IGUAL TRABAJO, IGUAL SALARIO
CONTRA LA FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA
POR EL FIN DE LA SUBCONTRATACIÓN
POR UN GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES Y LAS TRABAJADORAS Y DEL PUEBLO

Andrés Figueroa Cornejo