miércoles, abril 23, 2008

Nuestra Mediocre Izquierda

"...es una herramienta revolucionaria para movilizar a la gente hacia el pleno cumplimiento de la misión, a través de canalizar las energías, habilidades y conocimientos específicos de la gente en la organización hacia el logro de metas estratégicas de largo plazo. Permite tanto guiar el desempeño actual como apuntar el desempeño futuro." Esto no lo escribe ningun revolucionario ni ningún habil dirigente de izquierda, esta tomado del libro "The Balanced ScoreCard: Translating Strategy into Action", Harvard Business School Press, Boston, 1996: pensado, editado y distribuido en el centro del capitalismo mundial, donde la estrategia, la organización y la administración, es una ciencia consolidada. Sumenle a esto la disposición estratosférica de recursos económicos y materiales, la influencia de los mass-media, y el control sobre los ejercitos mas poderosos del mundo y la tecnologia mas avanzada.

Hace ya 24 años, Vázquez Montalbán nos decia respecto de la Crisis de la Izquierda que "Naturalmente, a partir de un conocimiento científico de los mecanismos de la realidad, sea cual sea el énfasis que se ponga sobre tres fases interrelacionadas de una misma situación concreta: las claves económicas, las posibilidades políticas, la energía transformadora de la conducta social. Si se mantiene esta tensión dialéctica entre lo que se sabe, se asume y se hace, los partidos políticos progresivos están en condiciones de forzar los ritmos de la historia. Si se rompe esta tensión dialéctica, los partidos políticos tienden a instalarse en lo que ya saben y a convertirse en factores objetivos de retención de ritmo histórico, cuando no en instituciones fácilmente manipulables por los partidarios de convertir el filme en una foto fija". Y cuanto razón tenia y cuanta carne hacen sus palabras en la realidad Chilena.

Lo que digo es esencialmente esto: los problemas actuales de la izquierda vienen desde si misma. Una incapacidad endémica de sus cuadros medios y superiores por conservar cuotas de poder sin la menor intención de elevar sus propias capacidades, ni las capacidades de sus miembros y militantes, condición mínima para leer la realidad concreta y elaborar estrategias coherentes de incersión, afianzamiento, crecimiendo, enfrentamiento y desarrollo.

La atomización de la izquierda tradicional y la actual crisis de los colectivos tienen que ver con eso: una primera etapa reemplazó el espacio físico de los partidos perseguidos por la dictadura en la memoria colectiva del pueblo, no fue mas que eso. La capacidad tecnológica de hacer la revolución desde el pueblo mismo se ha convertido en un comportamiento estanco y el centro de dicha crisis de los colectivos -que es en escencia, una crisis de la política- obligados al receso, dicha cultura de los colectivos no han podido construir un diseño exitoso de acumulación de fuerzas porque carece de las herramientas metodológicas necesarias, de una tecnologia propia.
Es mas, no existe capacidad alguna para ver nuestra actual sociedad, sino a través de la institucionalidad del mismo sistema que decimos combatir, como ya he dicho, algunos a traves de esa institucionalidad, otros en contra de la misma, pero ninguno, para crecer a pesar de esa institucionalidad.


Esa es la piedra de tope.

El Sistema en su conjunto, ejerce complejas formas de control social para proteger la libertad de lucro que hace poderosos a unos pocos y debiles a las grandes mayorias, estabilizando dicho proceso. Romper ese proceso significa una crisis del sistema pero esta debe ser una consecuencia y una relación dialéctica respecto del fortalecimiento de la expresión social de clase, que traducido asi significa, con plena conciencia de su soberania. Sin embargo, la espera paciente de que una crisis del sistema abra posibilades a la expresión popular, es una irresponsabilidad historica: esas condiciones deben construirse a pesar de cualquier crisis, asi esta vendrá a fortalecer el desarrollo de un sujeto social activo, y no a decidirlo o a determinarlo, que es a lo que juegan las tristes y mediocres conciencias de nuestra izquierda.

Roberto Alejo Llacog